El fotorejuvenecimiento facial o IPL, consiste en la aplicación de pulsos de luz, que penetran bajo la piel, alcanzando temperaturas lo suficientemente elevadas para afectar las lesiones a tratar, pero respetando a los tejidos vecinos y a la piel, en un proceso llamado fototermólisis selectiva. Los restos de las lesiones dañadas son eliminados del tejido.
En función de la lesión a tratar y de las características de la piel del paciente, los pulsos de luz se aplican a distintas longitudes de onda y a distinta densidad.
El tratamiento con IPL se aplica en cara, cuello, escote y dorso de las manos, y se utiliza para:
El número de sesiones de tratamiento y su frecuencia es muy variable, dependiendo del caso y de la intensidad de las sesiones.
Habitualmente suelen ser necesarias entre 2 y 4 sesiones, cada 3 ó 4 semanas. Tras la primera sesión se evalúa la respuesta del paciente y se valora la posibilidad de aumentar la intensidad de las sesiones.